La batalla de San Julián (parte 3)

Los arboles rodean al muchacho de negro. Son muchos, es campo abierto y no hay otro ser humano a lo lejos. Estás oscureciendo, pero no se mueve. Lleva casi una hora de pie en el mismo lugar, mirando el horizonte fijamente.

-No esperes que me mueva...no lo haré. Te preguntas porque aún no he ido a ti y te ofrezco con cortesía un poco de plomo. Es sencillo, estoy esperando a que el viento me lleve. Sé que te han contado ya que he vuelto a este lugar, y que estás conciente que tal vez mi unico asunto aquí sea tu destrucción. Estoy esperando a oler tu miedo o tu ira desde aquí...

-Puedo leer tu pensamiento...puedo oler tu rencor y tu furia a la distancia...

-Aprendí de usted, mi señora...

A nadie respetaba tanto el muchacho de negro en este pueblo, como a la dama que se mostró frente a el en ese momento. Cabello negro, ojos negros, ropas negras y una piel clara, casi albina. Alguna vez, en su tormentoso pasado, la llamó hermana. Después ella casi lo destruye.

-¿A que has venido hasta aquí?

-Sabes perfectamente el motivo...

-¿Venganza? No cambias...eres el mismo chico impulsivo y repulsivo que convertí en mi hermano...

-No es asunto tuyo. Esta venganza estaba contemplada incluso desde antes que tu y yo cruzaramos palabra por primera vez...¿Cual es tu nombre ahora? ¿Orianna, Syriana...como te llamas esta vez?

-No es algo que debas saber ya, no llevamos la misma sangre desde hace mucho tiempo...

-Tienes razón...y eso me hace preguntarte de nuevo qué demonios haces en este lugar...

-Vine a destruirte...Satyr...

-Recuerdas mi viejo nombre, mujer...eres lista...pero ya no soy él...

-¿Cómo te llamas ahora, pequeño?

-Te has respondido tú misma...no llevamos la misma sangre...

-Entonces...si no hay lazos de sangre que me impidan matarte...será un placer....

-Lo mismo digo...