Thursday, July 5, 2007

I Have a Dream

Mis sueños, como ya lo había comentado antes, están formados por cosas que en mentes ajenas pordrían crear las pesadillas mas terribles. Y, aunque no lo crean, he aprendido a vivir con ello. Y a disfrutarlo con todo, sobre todo cuando en esos sueños hay alguien más, alguien que pueda comprender, alguien con quien compartir esas ilusiones.

Casi nadie va por gusto a un panteón. O no a cualquier panteón. Y también no muchos aman contemplar las maravillas creadas por el hombre en epocas pasadas, observar su belleza, al mismo tiempo que no todos pueden encontrar la paz que les faltaba caminando por los salones de un castillo, y entre los senderos de un bosque, poniendo atención a los detalles que les rodean. Todo ello, no sólo creo el escenario de un sueño, también me enseño algunas cuantas cosas.

Primero, para darme cuenta de lo que vale mi vida, que debo disfrutar ese ruido, ese ímpetu, ese silencio, esa paz...todo. Que después no hay más, todo es silencio, silencio eterno. También para conocer, aunque sea la tumba, de todos aquellos hombres que formaron mis clases de historia, y alimentaron mis sueños (frustrados, al menos por ahora) de historiador. Y, al final, ese viejo verso que tanto añoré, aque que reza que nunca caminaré solo, tomó sentido, igual que una parte de mi vida.

Sé que en algún momento debe terminarse la vida de todos y cada uno de nosotros. No me sorprende, le he tocado el rostro a quien sus seguidores llaman 'Hermana Blanca'. Después de eso, por supuesto, decidí vivir. Pero, no por ello le pierdo respeto a tan digna y justa señora. Digna, porque evita vernos la cara, quien se atreve a mirarla, no suele regresar. Justa, porque todos, sim importar estatus, sexo, religión o raza, vamos a morir. La vida reparte la riqueza y la dicha de forma desigual, la muerte es lo mismo para todos. No importa la grandeza de una persona, ha de morir. Lo interesante viene cuando su fama trasciende a su existencia terrenal.

Ver a toda esa gente, cuyos actos permanecen en la memoria de una nación, causa un sentimiento muy profundo que no lo puedo explicar. A toda esa gente sólo pude representarla en los libros, en sus fotos, en la historia que se narra como si fuera un cuento de hadas. Y ver que realmente existieron, alguna vez, pero existieron, es algo que impacta. Lo sé al estar a punto de quebrarme frente a las tumbas de los miembros del Escuadron 201. Después de leer sus travesías y combates contra los japoneses en las Filipinas y admirarme de ello muchos años, tenía sus sepulcros frente a mí. No puedo, describirlo, no puedo. Tal vez...tal vez estaba soñando.

En Chapultepec, ese hermoso bosque ne le que no puedo imaginar, a su imagen actual, la presencia de algún ejercito de la magnitud de los que se enfrentaron ese 13 de septiembre, continuó el sueño. Por los pasillos y habitaciones de lo que alguna vez fue el palacio imperial de Carlota y Maximiliano, soñé un poco con ser el portador de esas armas, y ser el dueño de ese majestuoso castillo. Y de nuevo, ese sueño tan mío de ver la historia, de hacerla viva, se manifestó de nuevo.

Y a los pies del castillo, cobijados por el bosque, arrullados por el viento, estabamos solos, en paz, con una tranquilidad que tanto para ella como para mí no suele ser común. Todo estaba puesto para el que se diera la magia, sólo faltaba que nos dejaramos llevar. Darle un poco de libertad a esos impulsos del hipotálamo, que suele causarnos problemas de una u otra manera. Y sucedió. Sin necesidad de ningún conjunro. Y repentinamente, todo tiene un nuevo significado. Ich liebe dich, Akasha.
Potlach.

Y, a pesar de lo extraño que fue, no quiero que el sueño termine.Aunque sé muy bien donde debe iré cuando no sólo la fantasía, sino también mi existencia, encuentren su final.

1 comment:

Anonymous said...
This comment has been removed by a blog administrator.