Thursday, September 8, 2011

Sanshō shite kudasai (Nos vemos…)

Puede pensarse como un gesto ególatra el que haga una carta donde me despida de algo que es más grande que yo. Sin embargo, el aprecio que le tengo a Conexión Manga, a quienes hacemos o hicimos de ella una familia, y a quienes dan sentido a esa familia como lectores, me hace intentar, más que decir adiós ceremoniosamente, compartir algunas cuantas cosas. Por eso, también, será un documento casi estrictamente personal, pero a la vista de todos.
Mucha gente se niega a creerlo. He tenido problemas con muchos profesionistas del periodismo ‘serio’, con muchos años de experiencia, sobre esto. Pero vivir el día a día del anime, el manga y la cultura japoneses me han dejado enormes enseñanzas. Es la eterna discusión entre el valor de las ‘noticias suaves’ (espectáculos, deportes, moda, cine) como periodismo real frente a las notas políticas, policiacas y similares. Sólo que aquí tenemos un factor más: “¿Cómo el escribir sobre Japón y sus monitos puede ayudarte a comprender el mundo real?”. Y sí, es una cita textual que me guardé desde hace un buen rato, gracias al director de una revista de comunicación y medios muy leída en la UNAM .
Sin embargo, escribiendo sobre el anime y manga confirmé la valía de un principio muy básico para mi quehacer profesional: nunca le mientas a tu lector. Para muchos, puede parecerle patético resaltar un detalle así en algo tan “superficial” como una revista de animación japonesa. Pero, tomemos en cuenta que estamos construyendo (o reconstruyendo) una comunidad particular que tiene derecho a crecer. Y, personalmente, mentirle sobre que una serie es perfecta sólo porque es popular, o que una convención estuvo padrísima cuando, en realidad, fue un fiasco, más que hacerla progresar la puede hundir en un cruel auto-engaño.
Claro, también tuve en cuenta que, al hablar de manera equilibrada u honesta sobre series, artistas o eventos en particular, muchos fans se lo tomarían personal. Advertido estaba de un los ataques físicos que recibió una compañera por escribir un ácida sátira sobre Evangelion ( y la cual, como fan, a mí SÍ me HIZO REÍR). También de la cantidad de trolls que iban a mentarme la madre en línea. Pero siempre estuve seguro, en primer lugar, de que siempre que dices cualquier cosa, alguien se ofende (hay astrónomos que arman pancho si les dices que el cielo es azúl, imagínate). En segunda, que ante los trolls y los ataques, si un texto está bien armado con ARGUMENTOS, uno sale avante. Y, tercera, es que, como egresado de la Facultad de Polacas UNAM (el nido de trolls de la vida real más grande del país, y si no me creen, entren a una clase matutina de Comunicación Política), los de internet son juego de niños.
También noté un severo cambio en la manera en que un grupo social, al que amo pertenecer, evolucionó en los últimos años. Cuando entré a Conexión Manga, el ecchi era una corriente marginal todavía, el loli un tabú, y las historias shonen, shojo y, claro, el josei, eran la constante. Sin embargo, también ví como la crisis del 2009 le pego a la industria, que apostó por el fan service para salvarse y limitó la apuesta de las historias ‘con sentido’.
Debo explicarles de una vez: si bien sigo desde los 4 años a la animación japonesa (los de cajón: Saint Seiya, Dragon Ball y Sailor Moon), fue con historias como Evangelion por las que decidí quedarme. Buscaba algo diferente, como mucha gente que ya lleva años en el medio. Gente como mis primos, por ejemplo. Omar Soto, quien hace unos doce años me prestaba las revistas españolas para estar al tanto, así como por su culpa conocí los fanzines mexicanos. O Lion, quien normalmente con sus amigos llevaba (y lo sigue haciendo) tertulias etílicas sobre el anime más allá de la pantalla. Curiosamente, Omar terminó logrando su sueño de convertirse en actor de doblaje, mientras el Lion está por convertirse en un animador de carrera. Vamos, que todos terminamos haciendo de nuestra pasión un modo de vida.
Sin embargo, todo cambia. El devenir de la existencia trasladó a nuestro grupo social a la red. Hace diez años, conseguir un CD mal quemado, con la serie mal grabada de Evangelion, pobremente subtitulada y en Real Video, costaba 150 pesos. Hace seis, conseguir un fansub era tarea de locos: instalar un cliente P2P privado, intercambiar cosas con tus amigos, o esperar a que alguien se conectara al Torrent para servir como seed y descargar. Hoy, hay lugares donde un DVD con una serie completa sale en cinco pesos y hay páginas donde los fan subs y el scanlation pululan y gratis.
Tengo opiniones muy particulares sobre cómo se encuentra la afición entre los nuevos fans. Pero, aunque no concuerde con ellos en mucho (sobre todo en la facilidad para tomarse todo tan a pecho, sin la tolerancia que la comunidad exige y debe cumplir), este post no tiene la finalidad expresa de señalarlo. No sé si el ponerlo bajo los reflectores hace no mucho haya sido un granito de arena. Sólo espero que estos fans, quienes han convertido nuestro hobby en una tribu urbana (tiene lenguaje propio, códigos particulares de gusto y conducta, así como vestimenta particular, no me parece descabellado concebirle como tal) no la dejen morir entre flame wars, trolleo instantáneo y una falta de apoyo (consciente) al doblaje, a las licencias y varias iniciativas que buscan conjuntar al fandom en una comunidad (que, sí, son escasas).
Si bien he visto convenciones, marchas y muchos eventos, hace mucho que no veo un intento de unir a los fans del anime, manga y similares para compartir la afición. Quizá el último (y tal vez único) proyecto así fue el Carnival of L’arc. Básicamente, era un tributo a L’arc en Ciel, donde bandas de cover J y K-Pop/Rock sirvieron como escenario a una sana y peculiar convivencia de fans. Hubo proyectos de radio y clubes de fans que salieron de ahí. ¿Cuándo fue la última vez que una convención fue un punto de encuentro? Quizá las dos versiones de Oshimai, que además fue una respuesta a los golpes que una convención dio a la fanaticada.
Por mi parte, espero que estos tres años hayan ayudado a alguien a entender mejor algunas series, cuestiones del anime-manga o, sencillamente les haya hecho pasar un mejor rato. Les estaré dando lata un ratito más, eso sí. No me voy muy lejos y, si algo he aprendido con toda la familia y amigos que hice aquí, es que todos los que se van terminan volviendo. Y yo les puedo asegurar que en CM se queda mucha gente con el talento suficiente para llevar la revista igual o mejor que hasta ahora.
Porque, si algo me ha enseñado este trabajo, es que decir Sayonara es de mala educación…