Tuesday, July 24, 2007
La batalla de San Julián (parte 2)
Tequila, cafe de olla con canela y carne de res recien matada con adobo de chiles y tomates frescos. La ventaja de llegar al pueblo en temporada de cosechas, y ser tratado como un visitante distinguido. Lo extraño no es la forma en el que se recibe al chico de negro. Lo extraño es que haya regresado al lugar donde deseo nunca haber llegado, mas, extrañamente, recordaba con afecto.
-No preparabamos algo así desde que vino mi apá, unos meses antes de que muriera.
-Me lo imagino, abuelo. Siempre que viene alguien lo reciben con cenas como esta, que se pueden oler a la distancia. Cada vez que venía con mis papás, siempre nos recibías así.
-Pero la vez que vino mi apá fue especial. El vino sólo para comer aquí antes de que muriera, el ya sentía que Dios lo llamaba. Y unos días después de que se fue, empezó a sentirse muy débil. Hasta que un día, pidió a la muchacha que lo cuidaba que lo dejara sólo. Un rato después lo encontraron ya muerto, con la biblia en la mano y una sonrisa en la boca...
El chico de negro sabe de lo que está hablando el abuelo. Ya una vez que se atrevió a encarar a esa que llaman 'hermana blanca', darle un beso en la boca y bailar un vals y un tango con ella. Y enamorarla al punto que le permitió regresar y quedarse en el mundo vivo. Aunque tal vez fuero las almas de sus abuelos que en paz descansan, las que intercedieron por el ante la muerte. El chico no lo sabe, las cosas no están claras en su memoria. Sólo sabe que quizo huir y no pudo.
-...y de verdad que se merecía morir así, en paz, sin miedo. Con el tiempo para pensar en lo que se ha vivido. Y disfrutar sus ultimos momentos antes de que Dios se lo llevara. No hay otra forma mas bonita de morirse, a los 90 años, habiendolo hecho todo y en paz con nuestro Señor.
No habrá paz, ni 90 años. No hay un Señor en el cual creer. No hay nada. Sólo un deseo de irse de la mejor forma, habiendo vivido todo lo que se debió vivir. No importa si es a los 90, o a los 27 como los héroes. No tiene importancia. Si le dieran a escoger, pediría el destino de Aquiles. Una vida corta pero gloriosa sobre una vida larga y en miseria. Al fin que ya recibió su baño de fuego. Lo cubrió todo, pero no se encargo de tocar ni sus ojos, que al cerrarse no evitaron condenarse a la miopía, ni su mente. Una mente obsesiva, retorcida, asediada por los recuerdos. Su punto débil, su talón. Lo demás, es humanamente perfecto.
-Me gustaría saber a que has venido, porque dudo que sea sólo por la cena. ¿O qué? ¿También vienes porque ya te vas a morir y quiere un último bocado?
-Vengo a resolver unos asuntos que se quedaron pendientes hace algunos años...
-No me digas que le debes dinero a alguien...
-No es dinero, abuelo...es orgullo...
-¿Que asuntos? Tu no tienes tierras, ni ganado...ni novia tienes, por aquí no al menos.A menos que sea un pleito de cantina, no tienes un orgullo que limipar aquí...
-Abuelo, ¿usted sabe como se siente volarle los sesos a un fantasma?
-No empieces con tus debrayes otra vez...sé que siempre has estado medio loco...pero esto es una pendejada...
-Es mas serio de lo que parece...¿todavia tienes tu escopeta de retro carga?
-¡No empieces! Además no te sería muy util...ese armatoste ya ni puede matar patos...menos tus chingados 'fantasmas'...
-No quiero la escopeta, sólo quiero los tiros...
Dejó caer su equipaje. Se escuchó como el plomo se estrellaba con el suelo. Por eso caminaba tan lento, por eso tenía tanto cuidado. Estaba dispuesto a cobrar su venganza. Y había traído un arsenal para ello.
Cuestión de tiempo...
Mientras, el café y la carne se enfrían...
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