Monday, August 6, 2007

La batalla de San Julián (parte 7)

El chico de negro no estaba sorprendido en lo absoluto. Era cuestión de tiempo para que le enviarán un mensaje de esa naturaleza. "Sé que me buscas, sé a qué has venido". Pero no se acercaría. Tal vez es lo que esperan que él haga. Aunque saben que él conoce su forma de trabajar, porque se movió con ellos.

¿Cómo se enteró? De una forma sencilla y un tanto obvia. En los pueblos pequeños, el rumor es una afición muy practicada. Las noticias, sobre todo si son malas o involucran a alguna persona de renombre (algo que no necesita mucho mérito en un lugar donde no ocurre nada remarcable), se mueven tan rapido como una manada de toros en estampida.

¿Cómo no se movería rápido la noticia de que Andrés, el hijo de don Alfredo (que en paz descanse), que se encargaba de entender a su madre viuda y sus cuatro hermanos, trabajador y fiel católico, que desde que lo conocieron no faltó un sólo domingo a misa y pedía por el alma de su progenitor, había amanecido con la cabeza hecha mierda de un tiro en la nuca?

-¿No te da vergüenza?-Le dijo su abuelo...molesto por la noticia...sabiendo que Andrés era un muchacho querido y respetado...

-Esta vez yo no fui. Y es en serio. Me hizo mucho daño, pero entiendo sus razones. No tenía otra forma de enfrentar su realidad, de enfrentarse a sí mismo. No tuvo más remedio que herirme. Y no lo perdono, también deseo vengarme. Pero no lo mataría, no con una familia así a cuestas. Pero lo hicieron por mi, para hacerme saber que están detrás. Que me siguen. No importa. Lo supe desde el principio. Y correré ese riesgo. No temo.

El sol se ocultaba. El cielo se enrojecía, como la sangre. Bajo ese sol escarlata del amanecer, la tierra roja del pueblo completaba un cuadro de fantasía. El pueblo era pura sangre pura, el día que se derramo la de uno de sus hijos más queridos. La gente le lloró y clamaba por el culpable del crimen. No tenía enemigos. No se llevaba mal con nadie. Desde que era pequeño, siempre fue popular, el que manejaba, el que repetaban los demás chicos. Por la virtud o la fuerza. Pero respetado. Fue amado cuando creció. Tal vez líos de faldas, envidias amorosas. Su chica era de las más bonitas del pueblo. Algún pretendiente molesto tal vez. Nadie sabía.

Quizá ese muchacho de negro que llegó el otro día...tal vez él...pero...¿tendrá algún motivo?

Ese rostro, extraño pero familiar...

No hay más...no se sabe más...

El cielo perdió su color...para dar paso a las nubes negras...que se reunieron para dar el último homenaje...del pueblo a su jóven héroe...

Llovió como nunca...el pueblo, con todo y su cielo...lloró...

Sólo un muchacho de negro, oculto en un cuarto en una casa de adobe, no lloró...

Un cuarto en el que se abrió la puerta...y sonaron tiros que nadie escuchó...

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