No
recuerdo en qué año fue, pero sí recuerdo cómo conocí ACTA: por accidente.
Eran,
creo que inicios de 2009. Me habían pedido acudir al aeropuerto por una tarea
de universidad: cubrir alguna nota de interés en el aeropuerto.
Resulta que
en la aduana, agentes estaban revisando USB's, celulares, laptops y todo
dispositivo informático, para constatar que no tuvieran "piratería".
Por
supuesto, dicha revisión no tenía ningún sustento legal, violaba la privacidad
y provocó la molestia de unos diez pasajeros. Uno de ellos mencionó que,
probablemente, los agentes se habrían enterado de los planes para la
integración de México al ACTA, plan que, en ese entonces, estaba por ser
firmado por Brasil y media Europa.
Dudo, por
cierto, que dicha revisión haya tenido que ver con el tratado, pero me hizo
investigar, desde entonces, ACTA y sus consecuencias.
¿Qué me
dijeron entonces, al presentar un trabajo al respecto? Que mi paranoia era
tanta y que, además, un tratado así no podría ser firmado por México.
Hoy, a
las 11 de la mañana en Tokio, el embajador de México en Japón firmó el tratado
a nombre del país.
La
base legal de tratado, en español, está acá. O en este video.
El texto a
continuación hace referencia las cuestiones que a su servilleta le parecen más
preocupantes pero, por supuesto, no son todas.
-Anulación
de la cultura libre: Todo trabajo registrado con derechos de autor está
protegido. Su descarga, por tanto, estará penada a rajatabla. Es justamente la
primera línea de crítica que hay sobre el Anti Counterfeit Trade Agreement.
Olvídate
de bajar canciones. Eso es lo de menos. En 2006, ayudé a instalar un
ciber-centro comunitario en Valle de Guadalupe, Jalisco, un pueblo a dos horas
de Guadalajara.
La
biblioteca pública está desactualizada, y los estudiantes, sobre todo de
preparatoria, deben conseguir libros. Libros de 200 pesos, a los cuales hay
sumarles el costo de 100-150 pesos en el traslado a la capital del estado.
¿Deben
los estudiantes de bajos recursos perder una oportunidad de superación por no
poder pagar un libro? Para el ACTA y el pensamiento neoconservador detrás de
ella, para el cual la educación y la cultura son bienes de consumo, por
supuesto que sí. Y es ahí justo donde va a ocasionar mayores daños en los
países donde se apruebe.
Entiendo
que el autor y el distribuidor merecen ganar dinero por su obra. Pero una
propuesta de precios justos y desarrollo de la innovación no va a llegar si se
bloquean las propuestas libres con censura judicial.
-Censura
web: Se tiene que crear, por fuerza, un mecanismo de vigilancia para que ACTA
pueda entrar en funcionamiento. De otro modo, serían inútiles sus clausulas con
efecto en la web.
El temor
a que por investigar delitos de propiedad intelectual, censuren a los
disidentes políticos, no es nuevo. Tampoco. Rusia pasó hace unas horas una ley
mediante la cual se pueden retirar contenidos en la web si se considera que
estos pueden atentar contra el desarrollo de los menores.
Vacíos
legales. Bajo las argucias legales correctas, un panfleto anti sistema, como
éste, puede ser considerado ilegal. ACTA carece de instrumentos para determinar
qué viola la propiedad intelectual y cede el criterio a los estados
signatarios.
Y
entonces recordamos que, en un país como el nuestro, un policía encontró tirada
una credencial de elector y relacionó a su propietaria con un caso de
homicidio. Las autoridades compraron a los asesinos para vender testimonios.
Todo sin castigo por, ejem, vacíos legales. Por eso tememos censura, porque
conocemos las capacidades del Sistema Penal Mexicano de crear culpables.
-Violación
de la presunción de inocencia: Toda persona es inocente hasta que se demuestre
lo contrario. Lamento no dominar los términos del derecho penal en concreto.
Pero, hasta donde sé, es una máxima indiscutible y universal.
Aquí, sin
embargo, ocurren dos cosas. Primero, el descargar/almacenar material con
derechos de autor te hace culpable sin una averiguación previa, a menos, claro,
que el estado signatario decida instruir un juicio. El cual puede ocasionar,
incluso ganando, un daño considerable a la economía y buen nombre de un
acusado.
En
segunda, tenemos una paradoja que afecta a todas las leyes de propiedad
intelectual en el mundo: UN IP NO REPRESENTA A UN CIUDADANO.
A menos
que se implementen operativos multitudinarios para detectar la identidad de un
internauta, como los que se ocupan para identificar a los miembros de
Anonymous, el propietario de la IP (normalmente quien firmó el contrato del
servicio de internet) es el responsable de las violaciones al derecho de autor
y contra quien van dirigidas las demandas.
Todos
sabemos, sin embargo, que muchas veces quien paga las cuentas no es quien baja
la música, o rompe la ley. Puede ser su hijo de 10 años o, incluso peor, el
vecino que se roba el Wi-Fi. No está estipulado en mingún marco legal que, por
poner los recursos, una persona pueda ser acusada de un delito que no realizó y
del cual, además, no tenía conocimiento. Gracias a esto, señoras de 80 años
deben enfrentar cargos por varios milloens de dólares por daños a las disqueras
porque sus nietos, en su casa, estaban bajando música. Así de ridículo.
Este es
uno de los otros problemas a los cuales nos enfrentaremos si se aprueba ACTA, a
menos de que nuestros legisladores, raudos y ocupados de sus deberes, propongan
un marco legal que lo evite.
Esto es a
lo que nos enfrentamos con ACTA. No es el fin del mundo, pero sí una dada en la
madre fortísima a más de un garantía individual constitucional.
¿Qué hacer?
Lo de siempre, pero que nunca, nunca, se suele hacer cuando una autoridad nos
toma el pelo.
Informarse.
Organizarse.
Debatir.
Cuestionar.
Confrontar.
Todo en
las instancias marcadas por la ley: Audiencias, tribunales, la Suprema Corte,
organismos internacionales.
Ya, una
vez, el Senado acusó al tratado de inconstitucional. La Unión Europea lo
rechazó bajo el argumento de que viola derechos humanos. Ambos hechos son
enormes precedentes para defendernos. Sin embargo, es momento de participar
todos. De otra manera, sin respaldo popular, la defensa de ACTA no parecerá un
asunto de interés público para los encargados de decidir.
Recordemos
que las redes sociales, aunque parecen un mundo, sus usuarios son un pequeño porcentaje
de la población.
Si esto
no sale a la calle, si esto no va a la gente, nos la volverán a ganar.
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