El primer logro de esta cinta, en lo que a mi gusto respecta, es que tiene un final que me hizo llorar...
Vamos, no soy de esas personas que se conmueven con cualquier película. O que sienten escalofríos con cualquier cinta de terror o thriller. Leí en algún sitio cuyo nombre no recuerdo (nada que ver con La Mancha), que un tipo como yo era una maceta sin geranio. Vaya apelativo más cursi para alguien que puede disfrutar las masacres de Takashi Miike (con doble i, porque se pronuncia 'mique', no 'maik').
Ok, ya desvarié un poco. Regresemos al punto. ¿Por qué me conmovió esta? Porque resume la esencia de un negocio por el cual yo tengo mucho aprecio, sobre todo en su nivel independiente: la Lucha Libre. Recuerdo las palabras de Eddie Guerrero: "Una vez, vino a luchar un australiano que había estado en prisión por homicidio. Era un tipo rudo, pero el ambiente lo sobrepasó. Llegó a decirme que esto era más duro que la vida en la cárcel".
Randy "The Ram" Johnson (Mickey Rourke) fue, en los 80, una superestrella en la época dorada de la lucha. Tenía fanáticos, gloria y, sobre todo, una paga inigualable. Queda de más decir que un tipo sin cultura alguna iba a despilfarrar ese dinero. Además, sobre el ring se puede ser un superhéroe. Pero ningún ser humano puede rendir al tiempo, ni mucho menos aplicarle una llave al olvido.
Randy no sabe ganarse la vida de otra forma que no sea sobre un ring, aunque deba hacer de todo entre semana, ya que las funciones de lucha independiente, a las que ha quedado relegado, no dan sufeciente pago para sobrevivir. Además, la arrogancia de los viejos tiempos le ha dejado solo, apartado de la hija que abandonó y condenado al (de principio) frágil cariño de una stripper. Todo cambia cuando el demncial modo de vida que ha llevado pasa a rendir cuentas con su corazón.
El aprecio que tengo por este espectáculo me hace comprender a "The Ram" en cada una de sus acciones y simpatizar con él, sobre todo cuando proyecta a la perfección el papel de perdedor, tan juzgado en la sociedad estadounidense. La actuación de Rourke es brillante, dado que logra esa comunión con el espectador, se funde con su personaje e intepreta el rol de manera que se lo compras. Logro que resulta un tanto más sencillo cuando eres un antiguo galán ochentero que ha desperdiciado su vida y logros y ahora tiene que rifarse el físico en una cinta de lucha libre (eso también me gusta, que el actor lucha ante la camara como si fuera un pro...punto extra).
También me gustó que varias empresas independientes hayan cedido su imagen para hacer esta cinta un tanto más realista. Si eres fan "die hard" de la lucha, podrás identificar arenas de CZW (La escena más brutal de la cinta!!) o de Ring of Honor. Cameos de gente como R-Truth. Me gusta también la forma en que Darren Aronofsky buysca aumentar ese realismo. Muchas escenas parecen parte de un documental sobre la vida diaria de un tipo como The Ram. Sus trabajos de medio tiempo, e incluso la interacción con quienes alguna vez fueron sus fans. Y la música...está plagado de metal ochentero, lo cual es maravilloso.
El final, a muchos fans...tal vez les recuerde a Eddie Guerrero...y ese recuerdo tal vez los conmueva...(y el spoiler no es tan grande)
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