Durante año, fuí un sutil creyente de la esperanza. Esa diosa, tan frágil ella, encarnada en todas las religiones humanas. Cada fiel de este planeta busca en su divinidad partícular un mañana mejor, o al menos, que la muerte no les será tan terrible.
En esa esencia, se funde el optimismo de la minoría mundial. Que todo estará bien, pues no hay mal que dure cien años. Ya lo hemos visto con Bush, que antes de irse alimentó la codicia de los bancos rescatandolos de su propia miseria. Además, los intentos de hacer un mundo un poco más verde, se corrompieron por el mundo empresarial. Hubo menos alimento porque lo usaban para crear combustibles. Ambos factores llevaron al sistema a un colapso.
El señor Obama pregonó, por todo lo alto, una promesa de esperanza. Sin embargo, para un servidor, esa esperanza ya ha pasado. Ha llegado a pensar que ese discurso de cambio es una mentira para ganar votantes.
No piensen mal...reconozco que el cierre de Guantánamo y el proyecto para abandonar Irak son señales de transformación, pero ¿y el sistema?. Pondré un ejemplo: el gobierno estadounidense evitó que muchos maganates bancarios se fueran a la ruina. Mas no ha hecho nada por los miles, millones, de trabajadores en paro. Por si no lo sabían, el señor Barack está de acuerdo con dichas medidas.
Yo estoy por gradurame al mediano plazo (espero). Si las cosas siguen así ¿qué puedo esperar para mi fututro? ¿quién me garantiza que podré obtener un empleo decente y remunerado? No lo sé. Realmente no sé que pasará mañana. Sólo ruego que esta crisis pase en pocos años, dos, a lo mucho tres. De otra manera, las cosas estarán más duras.
Considero, pues, que la responsabilidad más grande de Obama no es Irak. Ni la economía empresarial de los Estados Unidos. La primera salida de la crisis es que los Estados del llamado primer mundo garanticen una estabilidad económica a sus pobladores. Dicha garantía ayudará, después, a que las empresas (aparentemente lo único que importa para los gobernantes) mejoren sus ingresos. Considero que la solución es así, no a la inversa.
Ahora, viendo todo esto, solo me queda una cosa: la esperanza.
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