Hace años la Copa América de CONMEBOL obtenía patrocinios de la Cervecería Modelo para su edición 1993. Entre las tantas claúsulas, exigía la inclusión del equipo nacional mexicano. Las ventajas económicas eran muchas, principalmente cuando Televisa dejaría un jugoso cheque por los derechos de transmisión al norte de la línea ecuatorial.
Las consecuencias eran muchas, entre ellas la inclusión de equipos mexicanos en los torneos sudamericanos de clubes. Las razones oficiales eran simples "aumentar la competitividad". Las reales, un obligación por los patrocinios de empresas mexicanas, o contratos publicitarios que buscaban captar a un número alto de hinchas aztecas.
¿El resultado? Actuaciones memorable. Y robos. Malas decisiones arbitrales. Cambios de reglamento una hora antes del partido. Un trato de segunda. ¿La causa? Que por dinero, México está metido donde no le corresponde. Mucho menos asume los riesgos necesarios para evitar este tipo de problemáticas.
Australia, hace pocos años, abandonó la confederación de Oceanía para enfrentarse a cuadros asiáticos. ¿Por qué no hacemos lo mismo? Unirnos a CONMEBOL. Ah, no. Que ésta es nuestra zona. Entonces, ¿por qué jugar con suplentes el torneo local de clubes?
¿Por qué rechazarlo? ¿Por qué no hacerlo crecer?
¿Por qué mendigar dónde te van a dar un palo o dos?
Se ha decidido retirar a México de Sudamérica. Porque no se decidían a venir. La discriminación era muy clara, y no es culpa al 100 ni de Sao Paulo ni de Nacional. Si el manejo mediático en el interior provocó una paranoia terrible, ¿qué podemos esperar afuera?
Es discriminación, sí, pero la culpa la tienen otros. Por encajarse donde no les corresponde. Por no tomar riesgos. Por, simplemente, no exigir a tiempo derechos que corresponden. El año pasado se mendigó un trato de iguales. No se dió.
O nos afiliamos a CONMEBOL. O hacemos crecer CONCACAF. Punto.
Saturday, May 9, 2009
Tuesday, May 5, 2009
Amo el olor del napalm y los antivirales por la mañana...
Todo vuelve a la normalidad lentamente.
El jueves, regreso a clases. Es muy posible que el viernes regrese al trabajo (a cobrar)
Metallica ya dijo que su tocada no se cancela. Lo mismo la WWE, que si viene a México.
La gente ya no usa cubrebocas en la calle. Tiene sentido, estamos hartos del control epidémico.
¿Por qué? Muy fácil. Nadie nos da un estado real de las circunstancias. Nadie puede visualizar el alcance de todo esto. No hay información en ningún lado.
La gente está hasta la madre de cubrise la nariz y la boca. Pero más de que no haya trabajo porque todo debe estar cerrado. De que no exista esparcimiento.
Ninguna madre obrera, por cierto, puede laborar con los chicos en casa.
La influenza, lentamente, pasa de ser un motivo de bromas para calmar la angustia a ser un chiste por sí mismo.
¿Inconciencia? NO. Sólo un pésimo manejo informativo. Todo mundo duda de la maraña de cifras oficiales. Al principio eran casi doscientos muertos. Después, poco más de veinte. Alcanzamos los dos mil infectados y ahora, si somos muy dramáticos, tenemos más de doscientos.
"Sólo así la gente iba a tomar acciones", dice una burócrata de la Secretaría de Salud.
Mientras, le gente pobre se está muriendo. Porque no hay medicamentos en inguna parte, pese a que se prometen.
Sí, la gente muere porque llega tarde. Pero tampoco olvidemos que esa gente o debe trabajar con todo y 42° de fiebre para poder comer, o no es admitida en los hospitales del servicio público. Recordemos, también que nadie en México que no sea de clase privilegiada puede pagar la atención de una clínica privada.
Mientras tanto, el mundo nos desprecia. Hubo más de uno que aplaudió a Reynoso en Viña, ardido porque la hinchada del Sausalito no dejara de cantar "¡Leprosos, Leprosos!". Hay coraje porque China encierra a los mexicanos, no por estar enfermos, sino por ser conacionales. Da miedo que Argentina no tenga vuelos a la capital.
Pero se nos olvida que Jorge Vergara, dueño de Chivas, se hubiera negado a que el equipo jugara si la pandemia tuviera como presunto origen la anción chilena. Se nos olvida que el PAN casi expulsa a la población china en tiempos del SARS. Se nos olvida que en los tiempos de la crisis pampera, no hubo vuelos a Buenos Aires.
Con todo, México debe continuar. Digo, nadie puede pasar tanto tiempo sin salir de casa. Lentamente, todo vuelve a la normalidad.
El jueves, regreso a clases. Es muy posible que el viernes regrese al trabajo (a cobrar)
Metallica ya dijo que su tocada no se cancela. Lo mismo la WWE, que si viene a México.
La gente ya no usa cubrebocas en la calle. Tiene sentido, estamos hartos del control epidémico.
¿Por qué? Muy fácil. Nadie nos da un estado real de las circunstancias. Nadie puede visualizar el alcance de todo esto. No hay información en ningún lado.
La gente está hasta la madre de cubrise la nariz y la boca. Pero más de que no haya trabajo porque todo debe estar cerrado. De que no exista esparcimiento.
Ninguna madre obrera, por cierto, puede laborar con los chicos en casa.
La influenza, lentamente, pasa de ser un motivo de bromas para calmar la angustia a ser un chiste por sí mismo.
¿Inconciencia? NO. Sólo un pésimo manejo informativo. Todo mundo duda de la maraña de cifras oficiales. Al principio eran casi doscientos muertos. Después, poco más de veinte. Alcanzamos los dos mil infectados y ahora, si somos muy dramáticos, tenemos más de doscientos.
"Sólo así la gente iba a tomar acciones", dice una burócrata de la Secretaría de Salud.
Mientras, le gente pobre se está muriendo. Porque no hay medicamentos en inguna parte, pese a que se prometen.
Sí, la gente muere porque llega tarde. Pero tampoco olvidemos que esa gente o debe trabajar con todo y 42° de fiebre para poder comer, o no es admitida en los hospitales del servicio público. Recordemos, también que nadie en México que no sea de clase privilegiada puede pagar la atención de una clínica privada.
Mientras tanto, el mundo nos desprecia. Hubo más de uno que aplaudió a Reynoso en Viña, ardido porque la hinchada del Sausalito no dejara de cantar "¡Leprosos, Leprosos!". Hay coraje porque China encierra a los mexicanos, no por estar enfermos, sino por ser conacionales. Da miedo que Argentina no tenga vuelos a la capital.
Pero se nos olvida que Jorge Vergara, dueño de Chivas, se hubiera negado a que el equipo jugara si la pandemia tuviera como presunto origen la anción chilena. Se nos olvida que el PAN casi expulsa a la población china en tiempos del SARS. Se nos olvida que en los tiempos de la crisis pampera, no hubo vuelos a Buenos Aires.
Con todo, México debe continuar. Digo, nadie puede pasar tanto tiempo sin salir de casa. Lentamente, todo vuelve a la normalidad.
Monday, May 4, 2009
Amanecer...
Hay cosas que nunca van a cambiar...
Jesús se preparaba a salir esta noche. Sofía, su pareja, daba los últimos toques a su vestido de cóctel.
Un veloz retoque a la sombra. Una veloz mirada de sus verduzcos ojos a los ligeros rizos que forma su rojiza melena. Esa sonrisa tibia que ilumina un tanto su piel canela. Jesús es afortunado. Jesús, en estos momentos, se siente Dios.
¿Cuál es su destino? No es una gala. Mucho menos una cena especial. A Jesús le parecen aberrantes tales formalismos sociales. "Seríamos más felices sin tanto protocolo pendejo", solía decir cuando era más jóven. Por su larga y canosa cabellera se cuentan noches inmortales en la memoria, de esas que tantos se han atrevido a olvidar.
Sofía, no dice una sola palabra. Ese bello vestido negro, fúnebre, que remarca su salvaje belleza no se paga pensando más de lo necesario. Hablando más de lo debido. Hace dos meses que subió por vez primera a este auto de segunda. De pocos lujos, sí, pero con buenos rines.
¿Qué la mantiene aquí? Seguro lo tiene que amor, simplemente, no es. Si por el sentimiento fuera, hubiera seguido en su viaje a su antiguo prometido. Al padre de un hijo que nunca llegó. Al que le dió muerte porque en los mostradores del aeropuerto se venden billetes para Cancún, Frankfurt o Londres. Pero nunca para el infierno.
El último viaje, a Barcelona, fue la respuesta de un rezo a la Santísima. Porque Santísima fue la golpiza que Jesús le puso por sospechar que la prostituta se vendía a otro cliente.Primero, un rezo para ganarse un viaje al averno. Fractura en la cervical, con un disco clavado en la espina. Lesión del pómula y traumatismo craneal con una botella vacía de Jaggermeister. Un menú de suplicio que obliga a desear la no existencia.
El temor a una demanda pagaron el escape a las ramblas. Con vendajes en todo el cuerpo, admirando la genialidad Gaudiana postrada en una silla de ruedas. Hubo tiempo hasta de conocer la pasión culé desde la grada de los Boixos. Hay tiempo de todo, rogando para no continuar.
Y ahí estaba ella. Rogando para que esta noche una bala perfore su atormentado cerebro y el dolor que los trancazos han dejado en sus lumbares y en el alma. Sabe que sólo bastaría una rabieta. Un pequeño estímulo. Pero hay algo más: no hay nadie que tenga más terror del que Sofía siente hacia la idea de morir.
Jesús, como el de la biblia, muy posiblemente se un verdadero hijo de puta. Con desplantes de genio, un caracter de nitroglicerina y una educación pésima cortesía de un pésimo sistema educativo y la ineptitud paternal. A los diez, ya golpeaba a su madre. Primero, porque el padre le enseñó que la mujer debe someterse, humillando lo más sagrado que para el niño existía. A los quince, ya era un héroe. Violó, con lujo de violencia, a una amiga de su hermana. Desde entonces, grupos de derechos humanos buscan a una jóven desaparecida.
Sin embargo, se mueve. Sin culpa, con toda confianza. Ha ganado dinero vendiendo mentiras. Al pueblo y al poder. De que el uno cree en el otro. Así de fácil.
Con ese dinero, se ha subido a la última puta que se ha hallado y se ha dado el permiso de mantener. La hace pasar por su esposa. Pero ya está harto.
De lamentos.
De sonrisas frias.
De miradas apagadas.
De sumision.
De que ya no le produzca placer humillarla.
Todos estamos hartos.
Todo está jodido.
Todo está apagado. Esta noche no hay marcha.
Y a la media luz, la violencia será pasión.
Los diarios ya tienen el titular de mañana.
Dios ha muerto.
Jesús se preparaba a salir esta noche. Sofía, su pareja, daba los últimos toques a su vestido de cóctel.
Un veloz retoque a la sombra. Una veloz mirada de sus verduzcos ojos a los ligeros rizos que forma su rojiza melena. Esa sonrisa tibia que ilumina un tanto su piel canela. Jesús es afortunado. Jesús, en estos momentos, se siente Dios.
¿Cuál es su destino? No es una gala. Mucho menos una cena especial. A Jesús le parecen aberrantes tales formalismos sociales. "Seríamos más felices sin tanto protocolo pendejo", solía decir cuando era más jóven. Por su larga y canosa cabellera se cuentan noches inmortales en la memoria, de esas que tantos se han atrevido a olvidar.
Sofía, no dice una sola palabra. Ese bello vestido negro, fúnebre, que remarca su salvaje belleza no se paga pensando más de lo necesario. Hablando más de lo debido. Hace dos meses que subió por vez primera a este auto de segunda. De pocos lujos, sí, pero con buenos rines.
¿Qué la mantiene aquí? Seguro lo tiene que amor, simplemente, no es. Si por el sentimiento fuera, hubiera seguido en su viaje a su antiguo prometido. Al padre de un hijo que nunca llegó. Al que le dió muerte porque en los mostradores del aeropuerto se venden billetes para Cancún, Frankfurt o Londres. Pero nunca para el infierno.
El último viaje, a Barcelona, fue la respuesta de un rezo a la Santísima. Porque Santísima fue la golpiza que Jesús le puso por sospechar que la prostituta se vendía a otro cliente.Primero, un rezo para ganarse un viaje al averno. Fractura en la cervical, con un disco clavado en la espina. Lesión del pómula y traumatismo craneal con una botella vacía de Jaggermeister. Un menú de suplicio que obliga a desear la no existencia.
El temor a una demanda pagaron el escape a las ramblas. Con vendajes en todo el cuerpo, admirando la genialidad Gaudiana postrada en una silla de ruedas. Hubo tiempo hasta de conocer la pasión culé desde la grada de los Boixos. Hay tiempo de todo, rogando para no continuar.
Y ahí estaba ella. Rogando para que esta noche una bala perfore su atormentado cerebro y el dolor que los trancazos han dejado en sus lumbares y en el alma. Sabe que sólo bastaría una rabieta. Un pequeño estímulo. Pero hay algo más: no hay nadie que tenga más terror del que Sofía siente hacia la idea de morir.
Jesús, como el de la biblia, muy posiblemente se un verdadero hijo de puta. Con desplantes de genio, un caracter de nitroglicerina y una educación pésima cortesía de un pésimo sistema educativo y la ineptitud paternal. A los diez, ya golpeaba a su madre. Primero, porque el padre le enseñó que la mujer debe someterse, humillando lo más sagrado que para el niño existía. A los quince, ya era un héroe. Violó, con lujo de violencia, a una amiga de su hermana. Desde entonces, grupos de derechos humanos buscan a una jóven desaparecida.
Sin embargo, se mueve. Sin culpa, con toda confianza. Ha ganado dinero vendiendo mentiras. Al pueblo y al poder. De que el uno cree en el otro. Así de fácil.
Con ese dinero, se ha subido a la última puta que se ha hallado y se ha dado el permiso de mantener. La hace pasar por su esposa. Pero ya está harto.
De lamentos.
De sonrisas frias.
De miradas apagadas.
De sumision.
De que ya no le produzca placer humillarla.
Todos estamos hartos.
Todo está jodido.
Todo está apagado. Esta noche no hay marcha.
Y a la media luz, la violencia será pasión.
Los diarios ya tienen el titular de mañana.
Dios ha muerto.
Subscribe to:
Posts (Atom)