Thursday, November 1, 2007

Para la muerte...

Muy señora mía:
Espero que se encuentre bien. Eso no lo dudo. Usted ha pasado los últimos siglos trabajando sin parar, sin descansar en ningún momento y tal parece que la chamba le sienta bien. No le veo desmejorada, ni cansada, mucho menos estresada. Para una persona común, consevar tal estado físico sería imposible si se dedicara a una labor con esa frialdad tan literal.

Le agradezco que aún no me haya mirado, no después de que hace ya años me dio usted la oportunidad de besarla en la boca, jugar con usted un poco y seguir aquí. Le agradezco que me haya perdonado tal atrevimiento y me hubiera dejado continuar mi camino. Su compañera de chamba, la Vida, me ha conducido por un sendero que me ha llevado a la felicidad que siempre desee. Me gustaría poder rogarle por mucho tiempo más, pero la decisión de cuando vendrá usted por mi cabeza yo se que no esta en sus manos.

No le culpo de nada, no podría. Usted no decidio su vocación asesina. Incluso podría decir que me compadezco. En un punto de vista Marxista, es usted una esclava del sistema, no hace otra cosa porque así le ordena el mundo trabajar. Incluso es incapaz de ponerse en huelga. Eso es muy deprimente.

No le recrimino nada, pese a que usted se ha llevado a gente que amo, y a otra tanta muy valiosa. Y en lugar de ello, deja aquí abajo a muchos otros que merecerían el pero de los tormentos con el filo de su guadaña. Pero el mundo no es justo ni perfecto. Eso, mi señora, me queda absolutamente claro.

Le agradezco infinitamente que me haya permitido despedirme de mi abuela. Pero me duele recordarle que con mis otros dos abuelos que se ha llevado, no me dio ese gusto. Y a uno lo tomó antes de que pudiera hacerle un lugar en mi memoria. En el fondo me duele, me duele no poder despedirme, y no poder recordar su voz.

No es por insultarla, pero es algo que debe usted saber, si es que no es de su conocimiento ya. Usted es parricida entre parricidas. Usted no existía hasta que la humanidad no generó en su cabeza una conciencia de la labor que realiza. No tenía ni nombre, ni rostro, nada. Su trabajo, en el pasado, era obra de la naturaleza, de Gaia. Mas el hombre le dió razón de existencia, la hizo nacer, irónicamente, le dio vida. ¿Y que hace usted en agradecimiento? Los mata a todos quienes la crearon, uno a uno.

La respeto profundamente, no lo dude. Tal vez hasta un punto en que ese respeto se tranforma en un terror absoluto. No a que usted venga, sino al lugar donde me llevará. Sólo le ruego una cosa. No me lleve sólo. No quiero que lleve a más conmigo, sino a que lo haga en un momento donde estén quienes más amo a mi alrededor. Temo enfrentar mi vida en solitario, y temó mucho más en enfrentar mi final de esa manera. Se lo pido.

Disfrute su día. No hay nación en el mundo que la reverencíe más que la mía. Y es porque en el pasado, usted no era la destructora, sino la protectora de la más guerrera de las culturas. Una cultura considerada bárbara por sus conquistadores. Más rica en el fondo.Porque usted estará presente, hasta el momento que muera con el último hombre que usted se lleve.

Espero no verla pronto.

Neto

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