Entonces, ante lo convenido, se encontraban frente a frente. Tan sólo unos centíemetros y dos tazas de café habanero separaban la mirada irascible de ambos. Miradas que, ante la duda de las palabras, se convertían en el último refugio de una expresión dolorosa.
Él, con un falso gesto apacible, esperará hasta mover las piezas negras en un tablero de ajedrez verbal. La primera puñalada debe darla ella, de eso está completamente seguro. Sin embargo, no sabe que ha dado el primer paso, eligiendo el silencio como movimiento de apertura.
-Entonces, ¿existes?- preguntó con una voz delicada la amante que el ajedrecista tenía ante sus ojos.
-¿No ves como estoy aquí, sentado, frente a tí?
-¡Quién dibalos te dijo que la presencia corporal es sinónimo de existencia!
Cínico, el jugador se desarmó en carcajadas. ¿A dónde va todo esto? Como si sirviera de algo jugar al filósofo ahora, cuando todo está por terminar. Como si esperara ganar algo poniendo mi intelecto contra las cuerdas.
-Bueno, no existo pues. Nada existe. ¡Tú no existes!
-Deja de torcer tus ideas a conveniencia. Tú sabes que existes. Me lo has dicho hace un momento. Entonces, demuéstramelo.
-Con todo lo que has pasado tus manos por mi cuerpo, debería quedarte claro que soy real.
-Puedes ser real, sí. Pero no por ser real existes. La realidad es una invención humana. La suerte y Dios son reales para muchos, y son la misma cosa para varios más. La mentira es real cuando uno no la desenreda. Por tanto, no puedes decirme que existes ólo porque eres real.
El esbozo de una sonriza pálida, incrédula, burlona se dibujó en su rostro. La risa ya no era una respuesta para todo esto.
-Entonces, si te digo que te amo, ¿será real?
-Fue real mucho tiempo, hasta que la verdad me golpeó con frialdad en la cara.
-¿La verdad existe, entonces?
-La verdad es sólo una certeza, pero una certeza personal. La verdad es ese trozo de realidad que se muestra ante nuestros ojos, pero, muchas veces, lo verdadero no existe. Como el amor, como la vida.
-Ja, la vida no existe. ¿Qué existe entonces?
-La muerte.
El caballero palideció todavía más al escuchar tan macabra confesión.
-Cuando uno se muere deja de existir, hermosa.
-Más bien, es la puerta hacia la verdad de toda nuestra existencia. Sólo quien cruza el umbral sabrá si ha existido al dejar de hacerlo, o si en realidad no lo ha hecho nunca. Por eso tenemos tanto miedo a la muerte, porque nadie quiere enfrentarse con la decepción de un falso ser.
-Pero no queda nada de nosotros. No se puede existir con la muerte.
-Quizá no existas, pero serás verdadero para quienes compartimos la realidad contigo. Serás real para todos nosotros, aunque eso no verifique que hasyas existido. Sin embargo, estarás presente.
-No puedo estar presente cuando ya me han sepultado, cremado o desparecido mi cadáver.
-La presencia es una sensación, una emoción. Nada está presente sin que el cerebro lo registre, y el cerebro sólo registra sensaciones, las cuales pueden ser engañadas con facilidad. Cuando se ha amado a alguien, es difícil dejar que las emociones lo liberen después de que ha muerto. Por eso, puede sentirse que le acompaña a uno en todo sitio. Es decir, está presente.
Él lanzó una furtiva mirada a esos profundos ojos turquesa, burlándose para sus adentros de semejante sin sentido. Ante tamaño disparate, y luego de que el café se enfriara, no desperdició el chance para una estocada final.
-Entonces, corazón, ¿me estás diciendo que, si me muero, podré estar presente, ser real, ser verdad y, además, existir?
-Así es.
-Ay, corazón, creo que no puedo soportar más tus estupideces. Todo mundo sabe que la gente que vive existe, y quien no lo hace, no existe. Deja de jugar al maestro sabio, hermosa, que no te queda. Y te doy un último regalo: eres libre para pensar en sandeces todo lo que quieras.
Ella bajó la mirada. Las piezas de turquesa en su rostro se clavaron el piso de mármol del lugar. Apenas podía decir palabra entre sollozos.
-Yo también.. te tengo un obsequio. También eres libre. Bienvenido a la existencia. Bienvenido a la verdad.
Un tiro de revólver se incrustó con violencia en la frente de su amante, quien no podría creer que, en esta realidad, ella estuviera dándole muerte.
La sangre regó el suelo, mientras ella se arrodilló para contemplar el cuerpo mientras el mundo la observaba.
La muerte, sí, es lo único que existe.
Thursday, June 28, 2012
Sunday, June 17, 2012
Imaginación desocupada
Una acción.
Una voz.
Un fin
Un sueño.
Un muro roto.
Una voz inaudible,
Un surco en la tierra que se mueve más allá de donde nadie puede mirar los rayos del sol.
Un rayo de sol que no alumbra los rastros de sangre en la arena, arrebatado sin piedad a la virtud.
Un cielo denso, irrespirable. Una esfera donde la victoria no puede navegar.
¿Dónde están los ángeles? Se le escucha a una anciana entre sollozos responder que están en el norte, alejados de nuestra humanidad.
¿Dónde está la humanidad? En el dolor del pecado, confiesa.
Las sobras asequibles de la agonía en medio de la inmundicia. Se ha quebrado el laúd y ha caminado entre las zarzas con los zapatos rotos.
Calla el sueño su asfixia recurrente, y ahoga las fuentes de luz en medio de la arena.
¿A dónde ha ido? Más lejos. ¿A dónde ha llegado? Al mar.
Sin más descanso que una voz sin acento ni rima.
Entre la mirada de sutil desprecio de una doncella alzada, sin ningún valor fuera de su alcoba.
Las llamas consumen despacio a quienes no han podido alzar el vuelo.
Los devora la tierra impidiéndoles soñar.
¿Quién eres tú para dejar de ser sólo un hombre y convertirte en historia?
Ssoy sólo un hombre y renuncio a mi humanidad, sin más valor que un cristal roto. Renuncio a mi humanidad porque me pesa.
Me pesa y me impide elevarme, su alteza.
Rompe el hábito y ata tus esperanzas al mástil.
Que no escuchen las almas que navegas. Enmudece las olas y haz callar al mundo.
Líberate.
Destruye al hombre a tu imagen y semejanza.
Deshaz la luz.
Rompe el espejo.
Refléjate en él.
Una voz.
Un fin
Un sueño.
Un muro roto.
Una voz inaudible,
Un surco en la tierra que se mueve más allá de donde nadie puede mirar los rayos del sol.
Un rayo de sol que no alumbra los rastros de sangre en la arena, arrebatado sin piedad a la virtud.
Un cielo denso, irrespirable. Una esfera donde la victoria no puede navegar.
¿Dónde están los ángeles? Se le escucha a una anciana entre sollozos responder que están en el norte, alejados de nuestra humanidad.
¿Dónde está la humanidad? En el dolor del pecado, confiesa.
Las sobras asequibles de la agonía en medio de la inmundicia. Se ha quebrado el laúd y ha caminado entre las zarzas con los zapatos rotos.
Calla el sueño su asfixia recurrente, y ahoga las fuentes de luz en medio de la arena.
¿A dónde ha ido? Más lejos. ¿A dónde ha llegado? Al mar.
Sin más descanso que una voz sin acento ni rima.
Entre la mirada de sutil desprecio de una doncella alzada, sin ningún valor fuera de su alcoba.
Las llamas consumen despacio a quienes no han podido alzar el vuelo.
Los devora la tierra impidiéndoles soñar.
¿Quién eres tú para dejar de ser sólo un hombre y convertirte en historia?
Ssoy sólo un hombre y renuncio a mi humanidad, sin más valor que un cristal roto. Renuncio a mi humanidad porque me pesa.
Me pesa y me impide elevarme, su alteza.
Rompe el hábito y ata tus esperanzas al mástil.
Que no escuchen las almas que navegas. Enmudece las olas y haz callar al mundo.
Líberate.
Destruye al hombre a tu imagen y semejanza.
Deshaz la luz.
Rompe el espejo.
Refléjate en él.
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